ROMA — El abuso sexual de monjas y religiosas por curas y obispos católicos —así como los abortos que en ocasiones resultaron del abuso— han sido eclipsados durante años por otros escándalos de la Iglesia católica romana.
Esa situación pareciera haber cambiado esta semana, cuando el papa Francisco reconoció públicamente el problema por primera vez.
"Me hizo muy feliz", comentó Lucetta Scaraffia, la autora de un artículo que denuncia el abuso que sufren monjas y mujeres laicas devotas a la religión a manos de curas, el cual fue publicado este mes en una revista, Mujeres Iglesia Mundo, que se distribuye junto con el periódico del Vaticano.
Desde su apartamento de Roma —el cual en esencia se ha convertido en un estudio de televisión lleno de reporteros internacionales, según sus palabras—, Scaraffia señaló: "Por fin, ahora muchas mujeres tendrán el valor de hablar sobre el tema y denunciar a sus abusadores".
Los comentarios que realizó el papa el 5 de febrero, en respuesta a una pregunta que le hicieron en el avión papal sobre el artículo de Scaraffia, llegaron décadas después de alegatos persistentes de este tipo de abusos y una aparente pasividad del Vaticano, la cual ahora ha chocado con la conciencia intensificada de la época del movimiento #MeToo. También llegan poco antes de un congreso extraordinario de obispos sobre abuso sexual el cual está programado a celebrarse el próximo mes en el Vaticano.
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